Esta ventana abierta hacia la noche?
Los aires furiosos, desde la copa de los árboles
Ríen a través del trémulo cristal.
El aire descarnado, camino del hechizo,
Atraviesa la habitación con paso herido;
Ondeando las cortinas violentamente
-Tan terriblemente-
Abatiendo el frío marco cerrado,
Donde tu alma durmiente yace oculta.
Por el suelo y sobre los gastados muros,
Como fantasmas bailan las sombras.
¡Oh, querida Señora! ¿Acaso no temes?
¿Por qué permaneces aquí soñando?
De seguro puedes viajar hacia el mar lejano,
Una maravilla para estos árboles cansados.
¡Extraña es tu palidez! Extraño es tu vestido,
Pero sobre todo, extraña es tu delgada forma
En esta silenciosa y solemne hora.
La bestia es poderosa, de eso puedo estar segura. Usualmente puedo sentirlas vagando por la ciudad, como ecos de lo que fue y será por la eternidad; entre las calles oscuras he escuchado el avanzar de la civilización que yace sobre mi cabeza pero nada nunca fue lo suficientemente importante como para levantarme de mi estado sepulcral. Entonces me encontró.
La bestia se hizo presente en la oscura cámara donde llevaba enterrada más de un cuarto de siglo, repasando mis pensamientos, recreándome en lo que era y lo que fui, en mis recuerdos confusos tras ese estado de ensoñación.
Estaba observándome, podía sentirlo cerca de mí. No conocía a ese extraño pero la alarma de mis sentidos se disparo inmediatamente. ¿Cómo es que alguien osaba entrar así a mi recinto? ¿Verme en este estado? Hacía años que alguien no posaba su mirada en mí, me sentí indefensa, insegura. Podía sentir como la piel que a penas cubría mis huesos se tensaba con su cercanía. Llevaba décadas sin probar una gota de vitae, mi aspecto debía ser peor que el de un cadáver momificado, pero a él no parecía importarle.
“Despierta” – Su voz me golpeo con fuerza. No hubo una respuesta, eso pareció molestarlo. Lo sentí recorriendo las ruinas a mí alrededor, escudriñando entre las baldosas en busca de algo, algún dato o referencia. Él tampoco tenía idea de quién era yo, podía sentir la frustración exhalando de su piel como un fino perfume.
Y luego desapareció.
¿Había sido real o solamente uno de esos sueños construidos por la niebla de las eras? Esos que me asaltaban con imágenes confusas de guerra, sangre y dolor. El llanto de un niño y la muerte de un grande. La desolación de nuestra raza y el rostro de una chiquilla entre las sombras.
“Despierta” - Lo escuche nuevamente, esta vez más cerca, más real. No era un producto de la fantasía. Mi cuerpo reacciono inmediatamente ante el olor de la sangre cerca, muy cerca de mí. Entonces tuve miedo, por primera vez tuve miedo de despertar y encontrarme con los horrores de la superficie, pero su voz seguía llamándome, demandándolo.
“Despierta”- Pude sentir el calor del líquido goteando sobre mis labios, devolviéndoles un poco del color perdido con los años, me penetro lentamente quemando todo a su paso, como si un millón de cerillas fueran encendidas a la vez en mi interior. Mi garganta profeso un gruñido que desconocí, la bestia, esa que durante muchas noches clamo por sangre y muerte ahora estaba despierta.
Mi cuerpo se abalanzo con fuerza sobre la bolsa de carne frente a mí y la tome, acunándola entre mis brazos mientras hundía los colmillos en su cuello, desgarrando su piel y llenando la habitación con el olor de sangre fresca; no me daría cuenta si no minutos más tarde que se trataba solamente de una joven, tal vez traficante de drogas o miembro de un grupo delictivo de la localidad. En ese momento solo ansiaba beber de ella, saborear la angustia que emanaba de su cuerpo, ansiaba degustar el exquisito líquido rojo que brotaba llenando mi boca, haciendo que me sintiera humana por instantes en mi monstruosidad. En esos momentos quería creer que estaba viva, conectada de alguna forma a los campos o a los árboles que hunden en la tierra unas raíces más largas que las ramas que se alzan hacia el firmamento.
Comencé a beber más despacio mientras su respiración iba decayendo. Sostuve el cuerpo inerte contra el mío, introduje la mano dentro de su pecho, destrozando la carne con facilidad y tome su corazón. Lo acerque a mis labios y succione con fuerza, como si fuera una fruta, me hice de él hasta asegurarme de no dejar una gota de sangre en ninguna fibra o ventrículo. Entonces lentamente comencé a tener conciencia de mí y las barbaridades de esa noche.
“¿Quién eres?” – Fue lo único que pude entender de su voz. Mis ojos aun estaban fijos en el órgano entre mis manos.
Luego mire a mí alrededor, el lugar era peor de lo que recordaba entre mis sueños.
“¿Quién eres?” – La voz parecía más suave, conciliadora. Dirigí por primera vez mis ojos hacia la figura que había rondado mis pensamientos descubriendo por fin al hombre que me había traído de vuelta. Era justo como lo recordaba en mis visiones, en los sueños ¿o eran recuerdos?
“No lo sé…” – La respuesta no pareció decepcionarlo, tal vez muy dentro de él lo sabía. Me extendió una de sus manos para ayudar a ponerme de pie. Lo acepte sintiendo nuevamente el toque helado de su piel y me esforcé por hacer la mía un poco más cálida, humana. Ahora vivía con la vida que le había arrebatado a la joven frente a mí. “Es una ofrenda” – Una voz hablo dentro de mi cabeza. “La diosa de la muerte y la destrucción”
“Hazel… es Hazel…” – Un torrente de imágenes y recuerdos vinieron a mí, abstractos, sin continuidad. Me lleve una mano a la cabeza. “ Es todo lo que puedo recordar..” – Mi nombre.
959 palabras.
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